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María es modelo de fe y esperanza inquebrantables
Este 19 de abril, Sábado Santo, el cardenal Arcipreste de la Basílica de Santa María La Mayor presidió la Celebración en la basílica liberiana que conmemora el dolor y la fe de la Virgen, en espera de la resurrección del Señor. María, dijo el Purpurado, “está siempre dispuesta a secar las lágrimas de sus hijos”. Isabella Piro – Ciudad del Vaticano El Sábado Santo es “un día de gran silencio, un día de gran espera”: el cardenal Stanislaw Rylko, Arcipreste de la basílica papal de Santa María La Mayor, inició así su homilía en la Celebración de la Hora de la Madre, presidida esta mañana, 19 de abril, en la iglesia liberiana, como sucede desde hace más de 36 años. Un rito especial que pretende proponer y reavivar el dolor y la fe suprema de María en la espera de la resurrección del Señor. La Hora de la Madre abre nuevos horizontes.«En el templo mariano más antiguo de Roma y de todo Occidente», afirmó el cardenal, «puente entre Oriente y Occidente» porque en él «tuvo lugar en Roma la primera celebración Eucarística de rito bizantino, presidida por los santos Cirilo y Metodio», la Hora de la Madre «abre horizontes amplísimos y profundos» para captar el misterio de la redención.
El llanto que purifica la mirada hacia Dios y los demás
El cardenal Rylko se centró en dos aspectos en particular: el primero es el llanto de María que experimentó el «dolor indecible» de la agonía de su Hijo en el Gólgota. Pero ese llanto —que el cardenal recuerda con la oración del Stabat Mater— no debe temerse: «El papa Francisco nos animó una vez a no tener miedo de llorar —explicó—. Las lágrimas a veces nos hacen bien, purifican nuestra mirada hacia Dios y hacia el prójimo».
María, don de Cristo Crucificado al mundo
El segundo aspecto es el del don: Jesús crucificado, en efecto, confía María a Juan con las palabras: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». y el discípulo a la Virgen, diciéndole: «¡Ahí tienes a tu madre!» (Jn 19,26-27) – extendió “la maternidad espiritual de María a toda la Iglesia”. “En ese momento”, reiteró el cardenal, “todos nos convertimos en sus hijos y ella en nuestra Madre. ¡Este es el inmenso regalo que Cristo nos dio en los últimos momentos de su vida en la cruz!” De ahí la exhortación del cardenal Arcipreste: «Tenemos una Madre en el cielo que nos ama, una Madre llena de compasión por cada uno de nosotros, que está a nuestro lado en las pruebas de la vida, en los sufrimientos que afrontamos en nuestro camino».
El pañuelo en la mano de la Salus populi romani
Mirando luego el icono de la Salus populi romani, conservado en Santa María La Mayor y particularmente querido por el Papa Francisco que ha rezado ante él en más de cien ocasiones desde el inicio de su pontificado, el cardenal Rylko destacó un detalle que “no todos notan”: en la pintura, la Virgen está representada con “un pañuelo en la mano izquierda”, para indicar que la Madre de Dios “está siempre dispuesta a enjugar las lágrimas de sus hijos”.
Una guía segura para vivir la Pascua
Por ello, el arcipreste del templo liberiano invitó a los fieles a pedir a María que "nos acompañe en los caminos, a menudo tortuosos, de nuestra vida personal, familiar y social". Ella, cuya fe no vaciló ni siquiera ante «el escándalo de la cruz y del sepulcro sellado que contenía el cuerpo» del Hijo, Ella que es modelo de «esperanza inquebrantable», sea «nuestra guía segura para vivir esta Pascua», concluyó el cardenal.